Según la Real Academia de la Lengua, un error es “una acción desacertada o equivocada”. Ésta es una de las cinco acepciones que el diccionario de la institución recoge sobre el término. Todos conocemos su definición, pues la mayoría erramos día sí día también. En el trabajo. Con la familia. Con los amigos. Con la pareja. La equivocación es algo intrínseco al ser humano. Sin embargo, sus consecuencias no siempre tienen la misma proporción. Y si no que se lo pregunten a nuestro protagonista: Dani Benítez.
El futbolista balear nunca olvidará el 16 de febrero de 2014. Aquel día, Granada y Betis se enfrentaron en el estadio de Los Cármenes en el partido correspondiente a la jornada 24 de Primera División de la campaña 2013/2014. No estaba siendo una buena temporada para Benítez. Dani había pasado de ser un titular indiscutible dos años antes a ser un inquilino habitual del banquillo nazarí. Ese día tampoco fue mejor que los anteriores.
Benítez saltó al terreno de juego en el minuto 60. Solo estuvo un cuarto de hora sobre el césped. El balear fue expulsado por una dura entrada a Nono, que fue muy criticada por la afición y la directiva granadina. A pesar de que los tres puntos se quedaron en casa gracias a un tanto de Piti, Dani se fue con un mal sabor de boca de aquel choque. Además, el extremo fue uno de los elegidos para pasar el control antidoping al final del partido.

Hasta aquí todo normal. Dani siguió con su rutina y vistió la camiseta nazarí ante Villareal y Getafe en las jornadas 27 y 28, respectivamente, ambas saliendo desde el banquillo. La noticia saltó a la primera página de la actualidad el 27 de marzo: “Benítez da positivo por cocaína”. A falta del contranálisis, todos los medios de comunicación no dudaron en señalar que la sanción de la Agencia Española para la Protección de la Salud en el Deporte sería ejemplar.
La segunda prueba confirmó el resultado de la primera. Benítez no cuestionó la evidencia. Fue claro en todas sus declaraciones. Había consumido la droga en el ámbito privado, no para potenciar su rendimiento deportivo. Nunca se escondió en las entrevistas que concedió desde entonces: “Había cocaína en una fiesta y consumí porque quise, nadie me incitó”; “Pasé una mala racha e hice cosas que no debería haber hecho y me junté con quien no debía”; “Se ha hablado de problemas de drogadicción pero no es verdad”; “La cocaína te pude cambiar la vida”; “Lo reconozco y me equivoqué”.
Sanción de dos años para Dani Benítez
Como era de esperar, la sanción fue ejemplar. Benítez estaría dos años sin hacer lo que más le gustaba, aquello con lo que cada día disfrutaba: jugar al fútbol. Durante 730 días tuvo tiempo de asimilar su error. Para ser consciente de las consecuencias de su acto. Pero también para darse cuenta de que, a veces, las cosas no son lo que parecen. Los amigos comenzaron a no ser tantos. El teléfono dejó de sonar. Los halagos se cambiaron por críticas. Las fotos se transformaron en miradas incómodas. Los focos se apagaron.
Lo grave es que los protagonistas de todas estas actitudes, que de la noche a la mañana había cambiado ante sus ojos sin poder hacer nada a pesar de su arrepentimiento público, eran los mismos. Dani comenzó a comprender la falsedad que en ocasiones rodea a los profesionales del deporte rey. Pero nunca odió el balompié. Él sabía que el fútbol no tenía la culpa. Que era él quien había cometido un error que como todos, a pesar de sus consecuencias, tenía su lado bueno: un aprendizaje sobre la actitud del ser humano que nunca olvidaría.
Benítez siguió entrenando para cuando pudiera volver a pisar un terreno de juego. La sanción finalizó en febrero de 2016. Dani estaba, física y psicológicamente, preparado para volver a vestirse de corto. Se incorporó al Huesca en periodo de prueba pero, tras un entrenamiento, y por querer cambiar las condiciones contractuales con la entidad oscense, rescindió su contrato. Lo intentó en las filas del Alcorcón, pero una lesión le impidió debutar con el conjunto alfarero.
Vuelta de Dani Benítez a los terrenos de juego
Benítez ya era otro y no desistió ante las adversidades. A pesar de ser un futbolista profesional, no dudó en bajarse al barro este verano tras recibir una oferta del Rácing del Ferrol. A veces un paso hacia atrás permite dar dos hacia adelante. Dani ha vuelto a ser feliz en A Malata. Su último gol en la máxima categoría había sido en El Sadar ante Osasuna. El primero tras su regreso lo marcó también en Pamplona, aunque esta vez ante el filial rojillo en la Ciudad Deportiva de Tajonar.
Todo ha cambiado mucho en los últimos tres años. Ya no presume de ser un futbolista de la Primera División. Ahora defiende con orgullo que juega en el Grupo I de la Segunda División B. Algo impensable en el antiguo Benítez. Los grandes estadios llenos son ahora pequeños campos sin apenas espectadores en las gradas. Y el extremo balear es completamente feliz. Algo impensable en el antiguo Benítez.
El pasado fin de semana fue el héroe con un gol ante el Pontevedra que daba los tres puntos a los ferrolanos en el derbi gallego. Los amigos han reaparecido. Los teléfonos han vuelto a sonar. Las fotos al salir de los entrenamientos han regresado. Las alabanzas a su juego han retornado a los medios de comunicación. Pero a él ya no le importa. Aprendió del error y solo quiere una cosa: disfrutar jugando al fútbol. Algo impensable en el antiguo Benítez.
Mira que tenía calidad Dani Benítez. Vaya pena de jugador